Testo di Emilio Molines
Traduzione di Flora Misitano
Pablo Picasso (Malaga, 1881 – Mogins, 1973) è, senza ombra di dubbio, una delle figure più rilevanti dell’arte del XX secolo. La densa opera picassiana è infarcita di cibo, rappresentato in oltre 200 opere tra dipinti, sculture, incisioni, mosaici, fotografie e disegni dei vari periodi della carriera dell’artista che si possono ammirare in istituzioni e nei più importanti musei del mondo, dal Musée National Picasso di Parigi al Musée d´Art Moderne de la Ville de Paris al Museo Nacional de Arte Reina Sofía di Madrid, solo per citarne alcuni.
La cucina di Picasso nasce contemporaneamente all’artista
La sua opera mostra come la cucina di Picasso nasca contemporaneamente all’artista, mantenendosi in tutta la sua carriera a livelli d’intensità diversi. La presenza dei ristoranti come punto di incontro è infatti una costante nell’opera del pittore malagueño, oltre che nei suoi testi poetici e nelle sue opere di teatro. Iniziò alla Taberna el Quatre Gats di Barcellona, ritraendo i commensali e vedendosi commissionare, dal proprietario del locale, il cartello del piatto del giorno o del menu locale. Assiduo frequentatore, più avanti, del cabaret francese Au Lapin Agile, sulla collina di Montmartre, frequentato dai bohémien dell’epoca di Parigi. Spesso si incontrava anche al mitico el Buffet “Le Catalán”, il locale accanto al suo atelier di Rue des Grands-Augustins, dove l’artista si recava a mangiare con gli amici durante l’occupazione tedesca a Parigi. È stato in questo studio che Picasso dipinse, nel 1937, la celebre Guernica.
La cucina come metafora dell’atto creativo
Questa gastronomia ha fatto parte delle sue poesie e opere teatrali, mescolando vivande e parole basate sull’immaginario culinario. La cucina come metafora dell’atto creativo dell’artista è uno dei punti salienti dell’opera di Picasso che svela allo spettatore una nuova prospettiva. Picasso ci presenta il cibo come una fonte di desideri inconsapevoli, che costituiscono un linguaggio metaforico per eccellenza e in un’altra occasione registra la cucina nei tempi di ristrettezze della guerra, quando dipingeva barattoli, coltelli e ortaggi sconquassati.
I piatti, gli utensili e i luoghi legati alla cucina hanno un forte potere evocativo o associativo. Per un creativo, l’atto del mangiare e del digerire contiene in sé una metafora. Tramite ciò che è commestibile, e anche di ciò che non lo è, si offre la felice possibilità di ingoiare il mondo. Picasso ha questo affetto per il mondo e per tutto quanto è concreto al punto da voler realmente affondarvi i denti e sentirne il gusto. Le sue invenzioni permanenti e l’euforia del suo immaginario testimoniano un appetito insaziabile.
Altre fonti d’ispirazione sono le cene organizzate da Picasso a casa sua, arrivando alla conclusione che molti riferimenti culinari della sua opera dipendono dal fatto che spesso l’artista scriveva, dipingeva e disegnava seduto al tavolo di cucina. Il genio malagueño lanciò a Parigi la moda della cucina moderna e le insalate cubiste – con triangoli di trippa, coni di cetriolo e rombi geometrici di gamberi, al solo fine di ottenere un effetto estetico -. L’opera di Picasso è effettivamente fortemente legata al “sapore del reale”, diceva infatti lo stesso artista: “ho dipinto come se lo avessi mangiato”.
Opere di spicco
Tra le sue creazioni culinarie più celebri ritroviamo la Cerámica en Trompe-l’oeil (1951), Corridas de toros y pez (1957), (la tauromachia fu un’altra delle sue passioni), un enorme piatto di terracotta rossa su cui l’artista sovrapponeva, nel 1956, la spina di un pesce (una sogliola alla mugnaia) appena mangiata stampata su argilla bianca; oltre a dipinti quali il Niño con langosta (1941) o Déjeuner sur L´herbe, oltre a La cafetera, del 1944, Botella, vaso y tenedor del 1912, La comida frugal o El gourmet, del 1901 o ancora elementi come piatti, bicchieri o mestoli, attraversando poi ogni sorta di cibo: pane, carciofi, morcillas, tortilla di patate (con cipolla), pesci e frutta schizzano le sue osterie e le sue tele.
Il passaggio in Italia
Il 19 febbraio 1917 arrivò a Roma con Jean Cocteau per unirsi a Diágilev e ai Balletti Russi. Vi rimase otto settimane, alloggiando al Grand Hôtel de Russie, all’angolo tra Via del Babuino e Piazza del Popolo, dove realizzò molti disegni di Villa Medici vista dalla sua finestra. Incontrò anche gli artisti futuristi italiani e con loro visitò i luoghi più famosi della città, la Cappella Sistina, le Stanze di Raffaello… Fu in questo periodo che conobbe Olga Jojlova, ballerina della compagnia di Diágilev con la quale si sarebbe sposato. In aprile, Picasso si unì alla compagnia dei Balletti Russi nel loro viaggio in Italia per stare accanto a Olga, passando da Firenze e Venezia.
PICASSO Y SU VINCULACIÓN CON LA COCINA
Texto de Emilio Molines
Pablo Picasso (Málaga, 1881 – Mogins, 1973) es sin lugar a dudas, una de las figuras más insignes del arte del siglo XX. La densa obra picassiana está trufada de comida, representada por más de 200 obras de arte, entre pinturas, esculturas, grabados, mosaicos, fotografías y dibujos de varios periodos de su carrera que se pueden admirar en instituciones y en los mejores museos del mundo, como el Musée National Picasso de París, el Musée d´Art Moderne de la Ville de París y el Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid, entre otros.
La cocina de Picasso nace al mismo tiempo que el artista
Su obra demuestra como la cocina de Picasso nace al mismo tiempo que el artista, y se mantiene a lo largo de su carrera en diferentes grados de intensidad. Y es que la presencia de los restaurantes como punto de encuentro es constante en la obra del pintor malagueño y también en sus textos poéticos y obras de teatro. Se inició en la taberna el Quatre Gats de Barcelona pintando a comensales y recibiendo encargos por parte del propietario del restaurante, como el cartel del plato del día y del menú local. Asiduo más tarde del cabaret francés Au Lapin Agile, de la colina de Montmartre, en cuyas mesas se sentaban los bohemios de la época de París. También era frecuente verlo en el mítico El Buffet Le catalán, el local junto a su taller de la Rue des Grands-Augustins, en el que el artista iba a comer con sus amigos durante la ocupación alemana en París. En este estudio Picasso pintó en 1937 su célebre cuadro, el “Guernica”.
La cocina como metáfora del acto creativo
Esta gastronomía formó parte de sus poemas y obras de teatro, entremezclando viandas con palabras que se basan en el imaginario culinario. La cocina como metáfora del acto creativo del artista son los puntos destacados y que descubrirá desde una nueva perspectiva. Picasso nos presenta la comida como una fuente de deseos inconscientes que constituyen un lenguaje metafórico por excelencia; y en otro episodio registra la cocina en tiempos de penuria de la guerra, cuando pintó tarros, cuchillos y vegetales destartalados.
Los platos, los utensilios y los lugares relacionados con la cocina tienen un fuerte poder de evocación o asociación. Para un creador, el propio acto de comer y digerir es una metáfora. A través de lo que se puede comer e incluso de lo incomestible se da la feliz posibilidad de engullir el mundo. Picasso posee esta afición por el mundo y lo concreto hasta hincarle de verdad el diente y cogerle el gusto. Sus invenciones permanentes y la euforia de su imaginario son el testimonio de un apetito insaciable.
Otras fuentes de inspiración son las cenas que Picasso organizaba en su casa, llegando a la conclusión de que muchas referencias culinarias en su obra se pueden relacionar con el hecho de que a menudo el artista escribía, pintaba y dibujaba sentado a la mesa de la cocina. El genio malagueño puso de moda en París la cocina moderna y las ensaladas cubistas –con triángulos de callos, conos de pepino y rombos geométricos de gambas, sólo para conseguir efectos estéticos-. Y es que la obra de Picasso está fuertemente relacionada con el “sabor de lo real”, incluso el mismo decía: “he pintado como si me lo hubiera comido”.
Obras destacadas
Entre sus creaciones culinarias más celebres se encuentran la Cerámica en Trompe-l’oeil (1951), Corridas de toros y pez (1957), (la tauromaquia fue otra de sus pasiones), un enorme plato de barro rojo en el que el artista superpuso en 1956 la espina de un pez (un lenguado cocinado a la meunière) que acaba de comerse impreso en arcilla blanca y lienzos como Niño con langosta (1941) o un Déjeuner sur L´herbe, así como La cafetera, de 1944, o botella, vaso y tenedor en 1912, La comida frugal o el gourmet, de 1901 o elementos como platos, copas o cazos, pasando por toda clase de alimentos: pan, alcachofas, morcillas, tortilla de patata (con cebolla), pescados y frutas salpican sus bodegones y lienzos.
Su paso por Italia
El 19 de febrero de 1917 llegó con Jean Cocteau a Roma para unirse a Diágilev y los Ballets Rusos. Permaneció ocho semanas en el Gran Hôtel de Russie, en la esquina de Vía del Babuino y la Piazza del Popolo, donde hizo muchos dibujos de la Villa Médici desde su ventana. También se encontró con los artistas futuristas italianos y visito lo lugares más famosos de la ciudad con ellos, La Capilla Sixtina, las estancias de Rafael…. Durante este periodo conoció a la bailarina Olga Jojlova, miembro de la compañía de Diágilev con la que acabaría casándose. En abril, Picasso se unió a la compañía de los Ballets Rusos en su viaje por Italia para estar más cerca de Olga, pasando por Florencia y Venecia.